ACERCA DEL DIEZMO

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ACERCA DEL DIEZMO

Bosquejo: Dios exigió el diezmo de su pueblo escogido para el sustento de los sacerdotes que ministraban la religión oficialmente establecida por su propia disposición, según el Antiguo Pacto. Pero habiendo quedado tal sacerdocio sin efecto, por cuanto el templo fue destruido por los romanos en el año 70 d. C. dejando en cesación los sacrificios de animales y toda actividad sacerdotal. Habiendo sido instituido el Mesías como único sacerdote para siempre, conforme al orden de Melchîsedech, según el Nuevo Pacto, o el pacto renovado, sus seguidores pasaron a representar la religión oficialmente establecida por designio divino. Por lo cual, procedieron a asumir todos los derechos y deberes que les fueron conferidos como integrantes de la nueva dispensación. Entre ellos, el de recibir el diezmo para el sostenimiento de sus ministros y para el empleo sagrado de la obra misionera en sentido general, aunque en los primeros tres siglos no se hizo alusión al mismo. Vea los detalles en el desarrollo del tema.

Según los datos bíblicos se conoce como diezmos, la décima parte de los frutos de la tierra, que daban los fieles a los dirigentes de la religión judía, tradicionalmente conocida como el judaísmo.

El diezmo incluía, además, la décima parte del ganado, el aceite y el vino que los mismos judíos fabricaban. Este tenía un carácter sagrado debido a su empleo para la alimentación de los que ministraban en el templo. Consideremos los pasajes bíblicos siguientes:

51Levítico capítulo 27: versículos 30 y 32: "Y todas las décimas de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová [del Señor] son: es cosa consagrada a Jehová [al Señor]. 32Y toda décima de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, la décima será consagrada a Jehová [al Señor]."

51Números capítulo 18: versículos 21 y 24: "Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo del testimonio. 24Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Jehová [al Señor] en ofrenda"...

51Nehemías capítulo 13: versículo 12: "Y todo Judá trajo el diezmo del grano, y del vino y del aceite, a los almacenes."

La tercera parte de los diezmos: Además de los detalles reflejados en estos pasajes, la ley del diezmo, según 51Deuteronomio capítulo 14: versículos 22 al 29, estipula que cada año cuando el diezmador fuera a ofrecer sus tributaciones al templo, él y su familia debían regocijarse en la participación de una espléndida cena proveniente de sus propios diezmos, en la que podían disfrutar también del uso de su propio vino, su sidra y de todo lo que deseara su alma. Pero lo más relevante en este pasaje consiste en el hecho de que, cada tercer año estos beneficios en vez de ser llevados al templo, debían quedarse en sus propias poblaciones y ser usados en su totalidad para dar de comer a los extranjeros, los huérfanos, las viudas y a los levitas que vivieran entre ellos. De esta manera el diezmo constituye también una razón de regocijo y de provisión para los pobres que residan dentro del pueblo de Dios.

El diezmo de los diezmos: La mayor evidencia de la naturaleza sagrada de los diezmos, consiste en que la décima parte de estos tenía que ser ofrecida en ofrenda a Dios. Consideremos al respecto lo que dice el siguiente pasaje de las Escrituras:

51Números capítulo 18: versículos 25 al 28: "Y habló Jehová [el Señor] a Moisés, diciendo: 26Así hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando tomareis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Jehová [al Señor] el diezmo de los diezmos. 27Y se os contará vuestra ofrenda como grano de la era, y como acopio del lagar. 28Así ofreceréis también vosotros ofrenda a Jehová [al Señor] de todos vuestros diezmos que hubiereis recibido de los hijos de Israel; y daréis de ellos la ofrenda de Jehová [del Señor]a Aarón el sacerdote."

Entiéndase que los levitas eran los descendientes de la tribu de Leví, una de las doce tribus que componían el pueblo de Israel. Israel era Jacob, hijo de Isaac, el cual era hijo de Abraham, el elegido de Dios (alrededor de 2060 a. C.), quien recibió grandes promesas divinas. Jacob tuvo doce hijos, cada uno de los cuales fue cabeza de la tribu de sus propios descendientes. Cada una de estas tribus ha llevado siempre el nombre de su propio patriarca. Los descendientes de la tribu de Leví, fueron elegidos por Dios para ministrar en los servicios del templo bajo la administración del sumo sacerdote, el cual era también levita.

Al ser elegidos y consagrados para ministrar en los servicios exclusivos del templo, no tenían tiempo para atender ningún otro negocio, ni les era permitido tampoco. Por esta razón no poseían otra heredad, sino la que Dios mismo les asignó: los diezmos que Él demandaba de su pueblo. No obstante, ellos mismos tenían que diezmar de estos impuestos que recibían y ofrecerlos a Dios en ofrenda. Esto le da un reflejo de mayor relevancia al mandamiento y nos proporciona un concepto más elevado del carácter sagrado del mismo.

El aporte de los diezmos para el antiguo sacerdocio judío, es un mandamiento muy bien especificado en las Escrituras del Antiguo Testamento. El hecho de desobedecerlo acarreaba maldición y ruina, mientras que para los fieles obedientes Dios prometió abundantes bendiciones.

Consideremos al respecto lo que nos dice el profeta Malaquías:

51Malaquías capítulo 3: versículos 8 al 12: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? Los diezmos y las primicias 9Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. 10Traed los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová [el Señor] de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 11Increparé también por vosotros al devorador, y no os corromperá el fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo abortará, dice Jehová [el Señor] de los ejércitos. 12Y todas las gentes os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová [el Señor] de los ejércitos."

Trascendencia del diezmo: Aunque el diezmo se constituyó en un mandamiento de la ley de Dios escrita, no obstante, el mismo tiene una trascendencia de carácter espontáneo entre los patriarcas hebreos. Al respecto consideremos la actitud de Abram y de Jacob, según lo expresan los siguientes pasajes bíblicos:

51Génesis capítulo 14: versículos 18 al 20: "Entonces Melchîsedech, rey de Salem, sacó pan y vino; el cual era sacerdote del Dios alto; 19Y bendíjole, y dijo: Bendito sea Abram del Dios alto, poseedor de los cielos y de la tierra; 20Y bendito sea el Dios alto, que entregó tus enemigos en tu mano. Y dióle Abram los diezmos de todo."

51Génesis capítulo 28: versículos 20 al 22: "E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21Y si tornare en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios, 22Y esta piedra que he puesto por título, será casa de Dios: y de todo lo que me dieres, el diezmo lo he de apartar para ti."

Yeshúa hizo referencia al diezmo, con carácter de aprobación, por cuanto era un mandamiento de la ley que cumplía un objetivo indispensable para el sacerdocio judío que todavía mantenía su vigencia para los efectos divinos:

51Mateo capítulo 23: versículo 23: "¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia y la fe: esto era menester hacer, y no dejar lo otro."

LA IGLESIA Y EL DIEZMO

Aunque sabemos que el orden sacerdotal judío había quedado sin efecto, tal como lo expuse en el bosquejo al inicio del tema, es importante notar que, en el período histórico comprendido en el relato del Nuevo Testamento, no encontramos rasgo alguno que confirme la adopción de este mandamiento por parte de la Iglesia, debido a que el relato fue concluido antes de la destrucción del templo, y el concepto predominante era que, aquel legado había sido dado solo para el judaísmo. De manera que, después de la destrucción del templo y la cesación de las funciones sacerdotales, se asume que la práctica de este reglamento debía quedar también sin efecto, por cuanto había perdido el sentido de su aplicación.

Sin embargo, según el 65relato histórico del siglo segundo antes de Cristo, la mayoría de los rabinos, en oposición a la nueva administración del sacerdocio impuesto por los macabeos, se crearon sinagogas y decidieron que el diezmo se quedara en la comunidad permanentemente en lugar de cada tres años como estaba establecido.

Ahora bien, la experiencia ha puesto claramente al descubierto que toda organización social necesita de ciertos recursos financieros para poder subsistir como tal. Evidentemente, la Iglesia o congregación del Mesías, por las características de su estructura administrativa es una de las que con mayor necesidad requiere de ello, por lo cual conocemos según el reflejo histórico del Nuevo Testamento, las colectas de las ofrendas de amor para los santos, llevadas a cabo inicialmente por el apóstol Pablo.

Pero siguiendo los pasos de la historia encontramos que muy pronto los dirigentes de la Iglesia optaron por un sistema más eficiente y mejor organizado, al recordar el antiguo mandato que había dado Dios al pueblo judío con respecto a los diezmos, el cual tuvieron a bien adoptar alrededor del siglo IV, poniéndolo en vigor entre los sus feligreses.

El diezmo había sido destinado inicialmente para el uso del sacerdocio levítico; un sistema religioso establecido por Dios, como la única religión auténtica, que tenía la misión de darlo a conocer a la humanidad como el Divino Creador en sus relaciones y propósitos de redención para con el hombre. Ellos eran, además, los únicos encargados y autorizados para ejercer la reconciliación del hombre con Dios y propiciarle el perdón de los pecados de manera temporal, mediante el sacrificio y la sangre derramada de corderos, machos cabríos y becerros, e interceder ante Dios por ellos.

Pero, ¿qué había sucedido con esto? Con el cursar de los siglos la Iglesia encontró que aunque Dios no había desechado definitivamente al pueblo judío, sin embargo, basados en la declaración del libro A los Hebreos, según nuestro estudio realizado acerca del Antiguo y Nuevo Pactos, confirmado en 51Hebreos capítulo 10: versículos 4 al 6 y 9 al 14, Dios desechó el sistema ritual de los sacrificios de animales por el pecado y lo sustituyó por el sacrificio del Mesías en la cruz, hecho una sola vez y para siempre. Y según lo que nos declara 51Hebreos capítulo 7: versículos 20 y 21, también fue sustituido el sistema sacerdotal, al ser instituido el Mesías como sacerdote para siempre, según el orden de Melchîsedech; todo lo cual fue confirmado por el mismo Señor, según 51Juan capítulo 14: versículo 6, donde dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí”. Véase además, 51Mateo capítulo 21: versículos 42 al 44, con 51Hechos capítulo 4: versículos 11 y 12, lo cual deja del todo claro el concepto de que, la administración del sistema religioso asignada al sacerdocio judío, según el Antiguo Pacto, había quedado sin efecto por designio de Dios y que la responsabilidad del mensaje de salvación y la enseñanza acerca del reino de Dios, le había sido conferida a la la congregación del Mesías, conforme al concepto adquirido en nuestro estudio.

Por lo tanto, teniendo en cuenta que Abraham, el padre de la fe, le pagó de manera espontánea los diezmos a Melchîsedech, el cual prefiguraba al Mesías, se asume que los creyentes en Yeshúa debieran contribuir también de manera espontánea, con el aporte de los diezmos a su congregación, representada por su Mesías constituido sacerdote para siempre.

Así también como Jacob, quien le prometió a Dios, que si lo bendecía en aquel viaje, de todo lo que le diera apartaría para él el diezmo.

Evidentemente, en los capítulos que siguen al pasaje de referencia, se puede apreciar cuántas riquezas le dio Dios a Jacob.

Lo más significativo de todo esto es lo que dice Dios a su pueblo por medio del profeta Malaquías: “Traed los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová [el Señor] de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”

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