OCTAVO MANDAMIENTO
OCTAVO MANDAMIENTO
"No hurtarás." 51(Éxodo capítulo 20: versículo 15).
54Este mandamiento divino está igualmente relacionado con el amor a nuestros semejantes en sentido general.
El hurto es un acto delictivo, a través del cual el que lo ejecuta se apropia ilegalmente del bien ajeno. Es este, otro de los pecados que ha traído por consecuencia grandes tragedias a la humanidad a través de toda su historia.
Consideremos que, en la mayor parte de los casos, las personas afectadas por el hurto han perdido bienes que con mucho sacrificio han logrado adquirir. Por lo general, una persona ha trabajado varios años sacrificándose y absteniéndose de satisfacer muchas de sus necesidades, para poder con sus ahorros, obtener aquello que suele ser más deseado o de mayor prioridad para la familia o para el uso personal. Y luego resulta que viene aquel, a quien no le pertenece y se apodera de sus bienes sin que le sea posible recuperarlos, sino a través de un nuevo proceso de sacrificio y duro trabajo. Lo mismo sucede con el obrero que ha trabajado largas y sacrificadas jornadas laborales para llevar el sustento al hogar, mientras que, acechándolo el malvado, le hurta su dinero. ¿Con qué comprará ahora lo más necesario para su familia, como alimentos y medicina? ¿Con qué suplirá sus necesidades y pagará sus deudas?
Así sucede también con el granjero que ha trabajado durante todo un año para obtener los frutos de la tierra, y ¿qué tal si antes de recogerlos vienen los ladrones y le hurtan la mayor parte de su cosecha? ¿Quién suplirá ahora de pan a su familia? ¿Qué tal si le roban su buey o su asno o cualquiera de sus animalitos que con tanto sacrificio ha obtenido? ¿Con qué labrará ahora la tierra o llevará su carga?
El hurto es también un delito criminal digno de ser severamente castigado, por cuanto trae a la humanidad constante sufrimiento. El mismo ha sido causa de frecuentes actos de homicidio, atropellos y severas agresiones. Familias enteras han sido despojadas de sus bienes por la violencia, naciones completas han sido saqueadas y echadas de sus tierras bajo las formas más violentas y criminales conocidas. Ni se diga del robo de personas o tráfico humano que es el mayor crimen que se pueda cometer en el caso específico del hurto. Y ¿cuál es la causa de todos estos males, sino el interés por apropiarse indebidamente de lo ajeno?
Este es un mal hábito, de carácter abarcador, que tal como dice nuestro 11distinguido escritor, Dios lo prohíbe aun en las formas más simples o sutiles de sus manifestaciones. Incluye las ganancias excesivas en el comercio, requiere también el pago de las deudas y el salario justo del obrero. Dios exige medidas y balanzas justas.
Consideremos lo que nos dice el siguiente pasaje bíblico:
51Jeremías capítulo 22: versículo 13: "¡Ay del que edifica su casa y no en justicia, y sus salas y no en juicio, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo!"
Este concepto de la Ley de Dios, está claramente especificado en 51Levítico capítulo 19: versículos 35 y 36, donde dice: No hagáis agravio en juicio, en medida de tierra, ni en peso, ni en otra medida. Balanzas justas, pesas justas, epha justo, e hin justo tendréis: Yo Jehová [el Señor] vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto.
Toda tentativa de sacar provecho de la ignorancia, debilidad o desgracia de los demás, comenta nuestro citado 11escritor, así como toda forma hábil o engañosa empleada para alterar a nuestro favor el precio de un artículo a la hora de comprarlo o venderlo, al igual que todo acto de complicidad relacionado con el delito del hurto, implican una violación del octavo mandamiento y se anota como un fraude en los registros del cielo.
Debemos, por lo tanto, tomar en serio el sano consejo del apóstol Pablo según la declaración del pasaje siguiente:
51Efesios capítulo 4: versículo 28: "El que hurtaba, no hurte más; antes trabaje, obrando con sus manos lo que es bueno, para que tenga de qué dar al que padeciere necesidad."