VERACIDAD

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VERACIDAD

Acerca de este atributo moral de Dios, las Sagradas Escrituras contienen también abundantes referencias. Como ejemplo de ellas, consideremos las siguientes:

51Números capítulo 23: versículo 19: "Dios no es hombre, para que mienta; Ni hijo de hombre para que se arrepienta: El dijo, ¿y no hará?; Habló, ¿y no lo ejecutará?"

51Juan capítulo 17: versículo 17: "Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad."

51Jeremías capítulo 10: versículo 10: "Mas Jehová Dios [el Señor] es la verdad"…

51Deuteronomio capítulo 32: versículo 4: "Él es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud: Dios de verdad, y ninguna iniquidad en él: Es justo y recto."

La veracidad, como todos los demás, es un atributo que posee Dios a la perfección. Es esta virtud suya la que hace que todos sus juicios sean certeros, y que todo lo que Él diga sea innegable, por lo que es imposible que Él mienta.

La consideración de este atributo del Divino Creador produce en sus fieles creyentes una profunda sensación de alegría y seguridad al saber que Él ni miente ni se equivoca.

¿Por qué suele mentir el ser humano? La mentira es un medio de engaño que usan las personas por diversas razones, entre ellas tomaremos en consideración las principales, para que podamos comprobar a través de un detallado análisis, por qué Dios nunca miente. Hagamos una comparación de la disposición del ser humano y la de Dios en tales circunstancias, según los incisos siguientes:

a) El hombre: El ser humano miente cuando quiere atribuirse derechos que no le corresponden.

a) Dios: Dios es dueño de todo el universo y con su conocimiento, y su poder infinito puede satisfacer todos sus deseos sin necesidad de engañar a nadie para ello. Siendo Dios el Creador de todo lo existente, todo le pertenece; así que de ningún modo querrá atribuirse derechos que no le correspondan. Él es digno de todo honor y de toda gloria.

b) El hombre: Por evadir deberes que le corresponde cumplir.

b) Dios: Siendo de nuestro conocimiento cómo actúa Dios en su bondad infinita para con sus criaturas y cómo practica su justicia para con los seres humanos, aun como dice su Santa Palabra en Mateo 5: versículo 45, que Él hace que su sol salga sobre malos y buenos y que llueva sobre justos e injustos, no podemos pensar en ningún momento que Dios quiera evadir alguno de sus deberes para con sus criaturas.

c) El hombre: Por disimular su mala conducta ante la opinión de los demás.

c) Dios: Siendo Dios santo y perfecto, ejemplo intachable de moralidad, quien nos enseña, y corrige nuestra conducta por medio de su Santa Palabra, no podemos aceptar por ende que tenga Él nada que disimular acerca de su conducta.

d) El hombre: Muchas veces las personas suelen mentir con un propósito no malintencionado, sino con el fin de omitir o variar una mala noticia, que pueda afectar a alguien en un momento inapropiado o simplemente por no comunicarle a otros sus asuntos privados o familiares, etc. que no son de la incumbencia de todos.

d) Dios: Con respecto a este concepto acerca de la mentira, Dios dice las cosas cuando él sabe que las debe decir, y cuando no, se mantiene en silencio, pese a lo mucho que le roguemos. Por lo cual, en este caso, tampoco necesita Dios mentir.

e) El hombre: Otras veces la persona miente con el fin de evadir un castigo o sanción que se le quiere aplicar, y aunque la penalidad sea la retribución que justamente merecen sus hechos, la persona miente con el fin de evadirlos.

e) Dios: Finalmente, siendo Dios eternamente justo y santo, nuestro ejemplo perfecto de moralidad, es inconcebible que pueda cometer algún delito. Él es el Rey del universo, el Supremo Creador, omnisciente y omnipotente, y nadie podrá tomar ningún tipo de represión en contra suya. Por lo cual, no tendrá que temer absolutamente nada.

De esta manera, queda probado que Dios no deberá mentir por ninguna razón.

El ser humano suele faltar también a las normas de la veracidad cuando se equivoca. A veces las personas hacen promesas basadas en proyectos que no resultan tal como los concibieron, por cuanto desconocen, por lo general, las arbitrariedades del futuro y fracasan en sus planes sin poder cumplir lo prometido, por muy buenas y nobles que hayan sido sus intenciones.

Dios, sin embargo, posee poder ilimitado para hacer todo lo que desea y un conocimiento infinito y perfecto de todas las cosas, incluyendo el discernimiento de los acontecimientos futuros, por lo que es imposible que sufra equivocaciones. Por lo cual dicen las Escrituras: …Antes bien sea Dios veraz, mas todo hombre mentiroso… (Romanos capítulo 3: versículo 4). (R-V. 60).

Por lo tanto, el cumplimiento indudable de las promesas divinas puede deducirse de la veracidad de Dios.

Concluimos, convencidos en que la palabra de Dios es verdadera, tanto cuando se refiere al presente, como al pasado o al futuro.

La veracidad de Dios comprende su fidelidad e incluye, por lo tanto, el cumplimiento de sus promesas y la ejecución de sus advertencias.

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